Son pequeñas, fáciles de comer, suelen ser dulces… Y además, estamos en plena temporada. Las mandarinas son una de las frutas más deseadas en estos momentos. Este cítrico, originario del continente asiático, llegó a Europa en el siglo XIX. Y desde entonces, se ha hecho con un hueco privilegiado en nuestras mesas. Comiéndolas directamente en el desayuno, como almuerzo, merienda, o como postre en la comida o en la cena, o como parte de una receta. Porque los gajos de mandarina nos sirven para preparar salsas para acompañar carnes, aves y pescados, para incorporarlos en ensaladas, o sencillamente, para decorar los postres.
Pero al margen de su sabor y de sus cualidades gastronómicas, la mandarina también es una importante fuente de salud. Porque la mandarina, considerada como la hermana menor de la naranja, contiene agua en un 88%, además de tener una importante cantidad de vitaminas y minerales. Entre ellas, la reina sin duda es la vitamina C, una vitamina clave para reforzar las defensas del organismo, y para combatir las enfermedades infecciosas e inflamatorias. También contiene vitamina A, una vitamina que contribuye a mantener la visión y fortalecer cabello y uñas.
Las mandarinas también poseen una gran cantidad de fibra, por lo que es ideal para las personas que tienen problemas intestinales, y también ayuda a controlar el colesterol ayudando a absorber grasa. Al contener potasio, este cítrico es perfecta para problemas de hipertensión arterial o de corazón.Y su consumo habitual también ayuda a reducir el ácido úrico.
El consumo de naranjas (y esto es muy importante para los estudiantes), potencia nuestras facultades cognitivas, ya que potasio que contiene este cítrico ayuda a aumentar el flujo de sangre que va hacia nuestro cerebro. Y el ácido fólico también puede reducir las posibilidades de sufrir alzheimer. Como ves, todo son ventajas a la hora de consumir esta rica fruta de temporada. Así que ya sabes, incluye la mandarina en tu dieta habitual.