En Combi Catering, además de garantizar una alimentación saludable para vuestros peques, también nos preocupa su bienestar y la educación en otros ámbitos diferentes al alimenticio. Hoy, nuestra educadora y terapeuta familiar de referencia,Clara Darder,  nos explica en este artículo qué son las rabietas y cómo gestionarlas.

En su artículo encontraréis consejos sobre cómo actuar ante una rabieta, interpretar que pasa por la cabeza de nuestros niños y niñas y como trabajar con ellos para construir, conjuntamente, herramientas y recursos que nos ayuden a superar estas situaciones tan comunes en los menores y que, probablemente en este confinamiento, se han visto incrementadas.

Las rabietas y pataletas, se dan mayoritariamente entre el final del primer año y los tres años. Como todavía no saben expresar aquello que les pasa con los demás y tampoco en su interior, su reacción más espontánea es llorar para que sus adultos les ayuden a gestionar su mundo. Es su manera de decir «NO quiero, NO sé qué me pasa, NO sé solucionarlo».

También es la manera de descargar hechos presentes o pasados que no entienden, a la vez que su manera de expresar sentimientos que les pesan y que generan un malestar que no les deja seguir el día. Llorar también les alivia, la mayoría de las veces se duermen, por el esfuerzo y la descarga emocional realizada.

Estas rabietas y lloros van desapareciendo si las sabemos gestionar y educar a estas edades, en caso contrario, se alargarán en el tiempo, y ellos y ellas las usarán para expresarse y relacionarse con sus adultos de manera recurrente. Hay niños y niñas que las usan hasta la adolescencia. Eso es debido porque como sus progenitores les han hecho caso y han conseguido lo que querían, tienen poca capacidad de frustración. No toleran un NO, ni quieren soportarlo.

¿Cómo se manifiestan?

En llantos incontrolados, gritos escalofriantes, ahogo y respiración entrecortada, ganas de romper cosas y dar patadas, autolesiones para llamar la atención, ganas de alejarse de los adultos. Niños y niñas más mayores han generado episodios de «irse de casa» o irse de donde se encontraban, provocando peligrosidad en el suceso. Niños y niñas más mayores han generado episodios de «irse de casa» o irse de donde se encontraban, generando peligrosidad en el suceso, y la siguiente culpa en sus mayores. Advertencia: no perderlos de vista ni un instante.

¿Qué no podemos hacer?

Si tomamos una decisión (como no dejarle un juguete o no ir al parque, etc), no debemos cambiar de opinión pues si no usarán las rabietas y lloros muchas más veces. Como padres/madres/tutores «No hemos de ir a todas las batallas, pero a las que vayamos, hemos de ir a ganarlas». Muchos niños y niñas usan el chantaje emocional de llorar y hacer una escena para que sus progenitores cambien de opinión. Mejor asumir la decisión como padres y madres y gestionar la rabieta. Así estamos educando con consecuencia, y a la larga, como adultos, y nuestra relación con ellos, se beneficia.

¿Qué es mejor hacer?

  1. Calma: Buscar nuestra auto-tranquilidad, respirar y olvidar los nervios personales delante de la situación. La gravedad del momento es pasajera. Si nos ponemos nerviosos la rabieta sistemáticamente aumentará de intensidad. Propuesta: como adulto una manera de encontrar la calma es contar por dentro y al llegar a las decenas respirar profundamente.
  2. Serenidad: Ni pegar ni gritar, no agarrarlos con fuerza.  Todo empeora haciendo este tipo de acciones. Donde estamos ponemos el ancla y actuamos poniendo serenidad y sosiego.
  3. Precaución: Es importante retirar objetos con los cuales se puedan hacer daño o puedan arrojar,  desde donde estemos salvaguardemos que se puedan hacer daño.
  4. Observación: Es un buen momento para observar a nuestro/a hijo/a cómo explica lo que le pasa, qué emoción expresa, cómo gestiona el autoconflicto. Luego cuando hayan dejado de llorar ya hablaremos con ellos y ellas de los sucedido.
  5. Atención: Nos ponemos a su lado, a su altura y nos callamos. El método es no hacer nada, atender, escuchar. Respirar y mirar sin decir nada de nada. Él/ella también nos observa.
  6. Contemporizar. Cuando hayan pasado unos cinco minutos, eternos para nosotros, preguntar ¿Te puedo ayudar? ¿Qué crees que te pasa? ¿Quieres abrazos y besos? Estas tres preguntas pueden ayudar mucho, a que baje la intensidad de su pataleta. Si sigue habiendo mucha negativa, volver a esperar cinco minutos más y repetir las preguntas.
  7. Discreción. En ningún caso criticar su comportamiento, ni ridiculizarlo delante de otras personas si la escena es en la calle.
  8. Ayudar: Llegará un momento que el ímpetu bajará. Entonces podríamos ofrecerles un vaso de agua y papel para sonarse los mocos que acostumbran a ser abundantes. Beber sienta bien y les distrae de la situación.
  9. Cambio de foco de atención: Aquí podremos hablarle de cosas que le gustan hacer o haremos juntos. A esta acción le llamaríamos cambiar el canal mental o distraerles del momento intenso actual.
  10. Reflexión post:  Una vez calmado, (seguramente pedirá abrazos y besos) realizar otra actividad (sin reproches) y ya al día siguiente generar una conversación sobre «¿Qué nos pasó ayer? El plural es importante. Hablarlo y disculparlo es la solución.

¿Cómo evitarlas?

Es importante conseguir la atención positiva siempre. Que se den cuenta que estamos ahí para responder de manera positiva y amorosa. Reñir constantemente o decir muchos NO es nuestra cotidianidad, no ayuda a su educación. En lugar de decir lo que NO queremos que pase, pedirle que queremos que hagan. Ejemplo: «No toques mi cartera», cambiarlo por «Cómo me gustaría que solo tocases tus cosas». Está claro que esta explicación es larga y tardará en comprenderla, pero cuanto antes comencemos, mejor. Luego alejar de su alcance lo que no queremos que toque. Y usar preferentemente frases en positivo de manera constante, el NO solo en situaciones de verdadero peligro (cruzar una calle, un enchufe, etc). Sin usamos constantemente el no perderá la fuerza que queremos que tenga.

Si en otras ocasiones, con nuestra observación, hemos visto qué tipos de fuentes han generado otras rabietas, intentar evitar esas causas. Los buenos educadores también son buenos estrategas.

Normas en el día que que harán que tengamos menos rabietas y pataletas

Importante establecer rutinas que les den seguridad en su cotidianidad. Hacer pipis a las mismas horas, lavar las manos, comidas y cenas, duchas, hacer los deberes, ordenar los juguetes. Un horario y mantenerlo todo el año. Es muy importante que  sepan con media hora de antelación qué haremos. ¿La manera? Irlo anunciando en voz alta, explicándoselo: «en un rato nos bañaremos y luego cenaremos»: Cuando estemos cenando, «en un rato, recogeremos los juguetes, te contaremos un cuento y nos iremos a la cama».

Todos los niños y niñas deben hacer las tareas de en casa, apropiadas a su edad desde los dos años. Ayudar a colgar la ropa de la lavadora, ayudar a poner y recoger la mesa, ayudar en la cocina, recoger su ropa y sus juguetes. Cada día, una tarea para la familia.

En casa evitaremos los gritos y las malas caras, si hablamos en un tono moderado y con una sonrisa, solo usaremos los gritos, como decíamos antes, en situaciones de peligro. La pataletas muchas veces se alimentan de habernos visto antes a nosotros nerviosos y gritando. Recordamos que los niños y niñas aprenden de nuestro ejemplo.

Por último, para pasar de una actividad a otra, primero hemos de acabar la que estamos haciendo, sino imposible seguir. Si se niega a recoger (por ejemplo), decirle que entonces no podremos cenar, sino cenamos será difícil leerle un cuento, y así sucesivamente. Para que aprenda que todo tiene un primero y un después. De esta manera podremos evitar los castigos, ya que sirven de bien poco. Este concepto es poco útil hasta los nueve o diez años. Mejor usar el causa-efecto que decíamos antes.