La sardina es clásico del verano. Muchas veces denostada, realmente tiene unas propiedades increíbles que merece la pena tener en cuenta. Y más, ahora que estamos en plena temporada de este pescado azul tan recomendable para la salud al ayudarnos a mantener a raya el colesterol.
Este pescado de pequeño tamaño suele tener entre 10 y 30 centímetros (las más valoradas para comer son las que tienen en torno a los 15 cm, y la talla mínima para la pesca es de 11 cm), y con un peso que oscila entre los 50 y los 200 gramos.
Además de ser un pescado barato, las sardinas tienen unas propiedades excepcionales, aportando ácidos grasos esenciales mayoritariamente poliinsaturados como el omega-3. De media, podemos encontrar unos 100 gramos de grasa por cada 100 de sardina, aportando además 18,1 gramos de proteínas de alto valor biológico por cada 100 gramos.
Entre las vitaminas que podemos encontrar, en las sardinas hay sobre todo vitaminas A (recomendadas para la salud ocular), además de vitaminas del grupo B, E y D (ideal para la absorción del calcio en los huesos). Entre los minerales presentes, destaca especialmente el calcio, además del fósforo.
Y para consumirla, hay mil y una formas de prepararlas. A la parrilla, al horno, en salazón, en conserva, como parte de una coca, en ensalada, en una tosta… Recetas deliciosas, fáciles de preparar, y además, muy económicas ¿Te animas a consumir sardinas este verano?